Álvaro Trigo tiene una de esas historias que, cuando te las cuentan, te encogen el corazón y te secuestran el alma de por vida. El 14 de agosto busca un reto solidario muy especial, que consistirá en cubrir los 90 kilómetros que separan Jávea de Ibiza, algo que hará por una buena causa y en favor de la ONG valenciana Formación Senegal.
«Justo ahora acabo de venir de África y de verdad que es muy importante lo que ellos hacen allí. La gente no es consciente de lo que pueden suponer allí 100 euros de aquí si se gestiona bien», empieza contando este superviviente.
Un accidente que lo cambió todo
Trigo sufrió un accidente en un incendio el 4 de febrero de 2018 y en ese instante su vida se puso patas arriba y dio un giro de 180 grados. «Yo era un chico normal, que hacía deporte», empieza contando sobre aquel momento.
«Me quemé el 63% de mi cuerpo y estuve a punto de morir. Pasé unos días en coma y muchos meses ingresado y después la recuperación no parecía ser muy prometedora»
Así es como se empezó a forjar la segunda vida de este aventurero que ha decidido entregarse a los demás usando el deporte como medio para ello. «Fue un proceso muy doloroso, de hacer un gran esfuerzo y de forzar el cuerpo al máximo. Al final conseguí recuperarme poco a poco», sigue recordando quien, lejos de estar al 100%, ya afrontó un bonito desafío solidario como fue el de cruzar nadando desde Formentera hasta Ibiza.
«Hubo un momento en el que decidí mirar atrás y me di cuenta de que estaba vivo y de que ya no podía vivir como antes. Estuve muchos meses en el hospital y vi como moría gente que tenía un porcentaje de quemaduras menor que el mío. También se juntó que mi hermana había muerto 6 meses antes de mi accidente. En ese momento tomo la decisión de darle sentido a todo esto».
Lo explica con naturalidad, pero solamente él sabe por todo lo que ha pasado hasta llegar a un punto en el que puede plantearse un objetivo de esta magnitud. «Mira, yo me había quedado en este mundo y tenía que hacer cosas por lo demás, lo tuve claro. A mí el deporte me ha ayudado mucho a recuperarme y ahora quiero utilizarlo para aportar a los demás», explica.
«Mentalmente es muy complicado; al principio lo pasé muy mal. Durante varias semanas yo pedía que me matarán. Pasas por una montaña rusa y emocionalmente nunca puedes llegar a estar bien del todo»
«Estaba convencido que no saldría del hospital»
Reconoce que durante mucho tiempo pensó que nunca saldría del hospital. «Yo estaba convencido que iba a morirme; fue difícil, cogía infecciones constantemente, tenía operaciones todas las semanas y siempre había complicaciones… Yo pensaba que me iba a morir y que no iba a salir de allí», sigue contando.
Sin embargo, el tiempo va pasando y el mensaje va cambiando poco a poco. «Hay un momento en el que ya empiezas a pensar que tal vez sí puedes salir de allí… hasta que llega ese día tras unos meses muy difíciles, pero yo me voy de allí sin poder andar. Es muy difícil de gestionar todo eso y yo he tenido la suerte de que toda la gente de mi alrededor me ayudó mucho a sobrellevarlo y gracias a ello nunca he necesitado ayuda psicológica».
Muy importantes en su recuperación fueron sus padres. «Siempre me trataron como si no me pasara nada, son los únicos que lo hicieron así. Me dejaban hacer las cosas por mí mismo, costase lo que costase, si tenía que estar una hora para subir las escaleras, la estaba. La realidad es que mentalmente uno solo no puede sobrellevarlo, necesitas a la gente».
La cronología de los hechos nos obliga a remontarnos a ese fatídico 4 de febrero en el que sufre el accidente, a mayo que es cuando abandona el hospital y a unos meses de verano muy duros en los que solamente puede estar tumbado en la cama porque no puede hacer nada. «Sin embargo, tal fue su empeño en recuperarse que en febrero de 2019, un año después, es capaz de correr el Maratón de Sevilla.
La motivación del Maratón de Sevilla
«Cuando me despierto del coma la primera vez mi padre me dice que yo le había dicho que quería correr ese maratón el año siguiente. Obviamente era mentira, pero yo me quedé con eso en la cabeza y ejerció de motivación personal para mí», resume.
Además, hay otro aspecto clave.
«Me dolía ver como mis amigos me trataban diferente a mis 24 años, así que quería correr ese Maratón para demostrar que estaba bien y que nadie pudiera decirme que estaba mal»
Porque según él mismo explica, «por muy mal que yo estuviera, no quería que la gente me tratara así», recuerda. No se permitió dudas, ni miedos, ni descansos en su recuperación. «Empecé andando en la cinta, después empecé a correr… Al principio no podía ni levantar la barra porque se me abría la piel del cuerpo todo el tiempo y sangraba todos los días, pero a mí me compensaba, porque cuando estás tan mal, ves como cada día avanzas un poquito».
Y así, poco a poco, logró prepararse para correr la Maratón y, algo más tarde, hacer el reto de nadar desde Formentera hasta Ibiza.
Ahora, tiempo después afronta un desafío mucho más duro y extremo, cubrir en káyak los 90 kilómetros que separan Jávea de la isla de Ibiza. «Dependerá de las condiciones, pero hemos hecho una estimación y lo normal es tardar entre 18 y 22 horas».
Es un cambio drástico porque nunca ha llevado un reto en káyak, pero lo afronta con ganas. «He hecho cosas nadando o corriendo y ahora toca esto. Yo no soy ningún deportista profesional y lo hago más por aventura que otra cosa. Esto era algo que tenía en la cabeza desde hace algún tiempo, ha surgido así ahora y vamos a por ello», dice sin olvidarse de las dos empresas que han puesto el dinero para la ONG: Grupo Aire Limpio y Novotel Madrid Center.
«Todos estos retos los hago por esa vertiente solidaria, me costaría mucho hacer tantos kilómetros por nada, pero si pienso que esto es algo grande que va más allá de mí, me parece algo muy bonito. Todo mi sufrimiento al hacerlo tiene sentido»
Todo listo para el nuevo desafío
Ya habla con los nervios de saber que quedan apenas poco más de dos semanas para el gran día. «Estamos ya casi, casi», dice Álvaro Trigo. «Ahora estamos hablando con los Ayuntamientos de Jávea, de San Antonio y de San José, para gestionar todo el tema de la salida y luego lo tenemos previsto para el 14 de agosto, pero estamos abiertos a algún pequeño cambio en función de las condiciones del mar».
Es algo con lo que siempre se cuenta en este tipo de retos. «Teníamos claro que el tema del mar era importante. Luego sabemos que unos sitios estará de una manera y en otros de otra. También sabemos que habrá corrientes y cuenta con que el viento sea favorable durante la noche, pero que rote y cambie del todo conforme vaya amaneciendo».
Todo esto lo tiene presente un Álvaro Trigo que tampoco lo ha tenido nada fácil para prepararse. «Yo vivo en Madrid y entrenar esto ha sido una odisea, la verdad. Estoy haciendo con una máquina de remo, nadando, escapándome a pantanos cuando puedo… Los fines de semana intento ir a Jaén a una casa que tienen allí mis padres para ir a otros pantanos y alguna vez sí he ido a Valencia, que es donde está el equipo de remo Tokio Team, que nos dejan los káyaks, y es con los que he estado entrenando».
Así que en poco más de quince días, su esfuerzo, su cultura y sus ganas afrontarán ese desafío extremo que lo llevarán desde la península hasta Ibiza y que servirá para que en Senegal la vida sea un poco más fácil. «Lo haré con un amigo que lleva un barco y que me hará de barco de apoyo, llevaré también un médico y el equipo de remo me hará compañía remando en otros káyak de vez en cuando y me pasarán las cosas para avituallarme».
Así que no quiere mirar más allá de este desafío y no quiere pensar en futuras locuras de las suyas. «De momento estoy centrado en esto, que me da algo de miedo… Cuando acabe, veremos cómo acaba y si todo va bien seguro que se me ocurre algo más. Paso a paso».