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Pedro Hierro, el ciclista que transforma el dolor en esperanza a golpe de pedal

Publicado el 22/04/2025 a las 12:39

Tras seis retos solidarios de ultradistancia, el deportista extremeño narra cómo el deporte, la disciplina y la solidaridad se han convertido en su motor para visibilizar enfermedades olvidadas y dar voz a quienes más lo necesitan.

Pedro Hierro del Hoyo no es un nombre que suene en los grandes pelotones del ciclismo profesional, pero en su comunidad, Almendralejo, su historia inspira tanto o más que cualquier victoria en una gran vuelta. Lo que lo mueve no es la gloria deportiva, sino algo mucho más íntimo y profundo: el recuerdo de dos seres queridos.

“Lo que me empujó para comenzar a realizar retos solidarios fue el fallecimiento de mi tía y mi abuelo en pocos meses. Mi tía, tras una lucha contra el cáncer de pulmón, y mi abuelo, por complicaciones del Parkinson. Fueron pérdidas muy duras, porque teníamos mucha unión con ellos”, recuerda Pedro, con emoción contenida. Corría abril de 2020, en plena pandemia, cuando decidió rendirles homenaje. “El momento exacto lo recuerdo perfectamente. Me propuse hacer el Camino de Santiago desde Almendralejo, mi ciudad, recorriendo 800 kilómetros a pie en tan solo 21 días”. Aquella gesta inicial no solo alivió su duelo: también sirvió para recaudar 1.200 euros para la Asociación Oncológica Tierra de Barros.

Lo que comenzó como un acto de sanación se convirtió en una misión. Una forma de canalizar el dolor en ayuda concreta para otros.

Kilómetros de esperanza

A partir de aquel primer paso, Pedro entendió que cada pedalada podía tener un destinatario solidario. Desde entonces, ha realizado cinco retos más, cada uno asociado a una causa diferente. “Solo el primer reto lo elegí yo por motivos personales. Los demás fueron surgiendo por la repercusión que fue teniendo todo año tras año. Siempre con un fin solidario”, explica.

En 2021, subido a su bici de montaña, recorrió 1.100 kilómetros desde Cádiz hasta Santiago en 15 días. Lo hizo por Afibroal, la asociación de fibromialgia y fatiga crónica de Almendralejo, y consiguió recaudar 3.500 euros. “Cada año buscamos apoyar causas sociosanitarias, desde la leucemia hasta la ataxia o la salud mental. Muchas son enfermedades invisibles que necesitan visibilidad”.

El reto de 2022 fue especialmente duro física y mentalmente. Recorrió 400 kilómetros sin parar, de Madrid a Almendralejo, en 15 horas. Lo hizo por el 25º aniversario de ADMO, la Asociación de Donantes de Médula Ósea de Extremadura. La iniciativa tuvo un impacto notable: ese mismo año, los donantes de médula aumentaron un 15% en la región.

En 2023, completó otro recorrido titánico: 1.000 kilómetros desde los Pirineos franceses hasta su ciudad en diez días, algo que terminó logrando en el noveno. Esta vez para Afisuextrem, una asociación que apoya a personas con fisuras labiales o palatinas. El esfuerzo se tradujo en 2.500 euros recaudados.

En 2024, otro reto cargado de simbolismo: 500 kilómetros entre Almendralejo y Setúbal, ida y vuelta, en solo dos etapas. El objetivo era ayudar a Verónica Antúnez, una joven de su localidad que padece ataxia, una enfermedad neurodegenerativa. “Es muy parecida a la ELA. Conseguimos reunir 1.800 euros para ella”.

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Cuando el cuerpo no responde

En 2025, Pedro planeaba su sexto reto: recorrer 650 kilómetros desde A Rúa (Ourense) hasta Almendralejo en menos de 48 horas. Esta vez, el objetivo era dar visibilidad a la salud mental y apoyar a FEAFES Almendralejo. Sin embargo, por primera vez, el reto quedó inconcluso.

“Empecé el reto sin haber podido hacer una buena carga de hidratos. Tenía fiebre, vómitos, y desde los primeros kilómetros notaba que algo no iba bien. Fatiga muscular, pulso estancado... síntomas claros de que el cuerpo no estaba respondiendo”

Las condiciones meteorológicas tampoco ayudaron. “La lluvia era incesante, el viento en contra constante, incluso granizó. Al bajar uno de los puertos el primer día, varios del equipo entramos en hipotermia”.

Aun así, no se rindieron de inmediato. Avanzaron hasta los 300 kilómetros. Pero Pedro ya no podía más. “Tirar la toalla es una fase emocional que siempre aparece, pero esta vez era distinto. Mentalmente soy fuerte, pero no podía poner en juego mi salud. El corazón me pedía seguir, pero mis entrenadores decidieron que no estaba en condiciones seguras de volver a montar en la bici. Y lo acepté”.

Ciclista por pasión, solidario por convicción

Lo que hace a Pedro tan especial es que no vive del deporte. Tiene un trabajo, obligaciones, una vida alejada del profesionalismo, pero eso no le impide prepararse con el máximo rigor. “Preparar retos de ultradistancia no es fácil, y menos si no te dedicas al ciclismo de manera profesional. Hay que ser muy disciplinado. La nutrición, el entrenamiento y el descanso son claves. Y tengo la suerte de contar con entrenadores que sacan lo mejor de mí”.

Esa exigencia también tiene un coste personal. “Son muchas horas de entrenamiento, de tiempo que no pasas con tu familia o tus amigos. Por eso el apoyo de mi entorno es fundamental. Sin ellos, y sin los patrocinadores, esto no seguiría adelante. Ya vamos por el sexto reto gracias a ese apoyo”.

El impacto de sus retos va más allá de lo recaudado. Pedro se ha convertido en un referente local, y su historia ha traspasado las fronteras de su ciudad gracias a los medios de comunicación deportivos extremeños. “Colaboro con varios medios, y eso siempre ayuda. Además, hemos contado con el apoyo del Ayuntamiento de Almendralejo, la Diputación de Badajoz y la Junta de Extremadura. Su implicación le da seriedad a nuestros proyectos”.

Para Pedro, lo importante no es solo el esfuerzo, sino el mensaje: “Utilizamos nuestra pasión, el ciclismo, como herramienta para ayudar a quienes lo necesitan. Y esa sensación, cuando consigues un reto y ves las caras de agradecimiento, queda grabada para siempre”.

Un verano para redimirse

Lejos de rendirse, Pedro ya tiene fecha y plan para retomar el reto inconcluso. “Seguimos entrenando duro para volver a intentar los 650 kilómetros este verano. El club Bike Extreme Almendralejo y yo nos hemos comprometido a volver a intentarlo en menos de 48 horas”.

Porque su lucha no es solo deportiva. Es social, es solidaria, es profundamente humana. “Me gustaría que la sociedad empatizara más con quienes lo necesitan. Todos tenemos derecho a vivir de forma digna. Y yo, desde mi bici, seguiré luchando por eso”.

Israel Molina Gómez

Israel Molina Gómez

Redactor YSN.

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