Visitamos El Cortijo en Náquera, donde entrena Roser Serrano como parte del Equipo de Doma José Garrido. Allí nos recibe junto a su caballo Babalú, preparada para contarnos su historia en este deporte y hacernos conocer un poco más sobre hípica.

«Empecé en este deporte porque en mi familia siempre habían tenido caballos. Empecé aquí a venir a clases con 5 ó 6 años, y en 2013 empecé a competir», explica sobre sus inicios.

Un deporte al que llega por clara influencia familiar, aunque ninguno en su familia competía. No recuerda de cómo se introdujo en la competición al ser tan pequeña, pero sí que «estaba siempre aquí».

«Empecé con el caballo de mi entrenador. Después un caballo mejor y empecé a competir en nacional», recuerda. Ahí empezaron a llegar los primeros éxitos nacionales, y primeras experiencias internacionales.

«Ese caballo se hizo mayor y me tocó dejarlo. Hasta que encontré el mío, el actual, hay un poco de parón y con el cambio de categoría la cosa se complicaba. Hasta que encontramos un caballo que yo pudiera hacer la categoría que me tocaba, fue complicado. Los primeros años han sido un poco caos», comenta de un camino con altibajos.

Hoy en día la temporada prácticamente ha acabado, en la que por ejemplo consiguió una medalla de bronce individual en el Campeonato de España Universitario y un oro por equipos . En el momento de hacer la entrevista únicamente le queda una competición en unas semanas.

«Ahora cambio de categoría por edad. Paso a la U25 Gran Premio. El objetivo para este año es aprender a hacer bien todos los ejercicios», apunta de la temporada de adaptación que tiene por delante.

En cuanto a sueños, está claro. «Lo que todos, unos Juegos Olímpicos», comenta entre risas. Pero consciente de la dificultad, la peculiaridad la hípica y el largo camino que quedaría para ello: «Hay deportes en los que la gente se retira muy pronto. Aquí es diferente. Los de nivel alto son mayores». El tiempo dirá.

El día a día con la hípica

Los caballos siempre han acompañado a Roser Serrano en su vida. Desde pequeñita hasta los 21 años que tiene actualmente. «Me encanta este deporte», expresa.

«A nivel personal me ha aportado mucha disciplina. Es un deporte que no solo depende de mi, también del caballo. Si el tiene un día malo, no va a salir bien la prueba. Y constancia. Aquí dejas de venir una semana y lo notas una barbaridad», nos responde a qué le aporta este deporte en su vida.

En cuanto a la constancia, aquí entra la dificultad que puede entrañar la hípica con el compaginarlo con estudios. «En el colegio e instituto bien. Con bachiller se empezó a complicar. Y con la Universidad, ahora por ejemplo cuando acabe la competición que me queda, estaré un tiempo sin venir a entrenar hasta después de dejar los exámenes», explica.

Y es que un día de entrenamiento significa gastar toda la tarde en ello: «Suelo entrenar tres días, pero me quita toda la tarde. Son tres tardes, pero muchas horas. Salgo de casa a las 16:30h y cuando vuelvo ya son las 21h entre todo». Ahí influye no solo el entrenamiento, sino el desplazamiento, el preparar y cuidar al caballo, etc.

Ahí entra también el cuidar la relación con el caballo para mantener ese ‘feeling’ que, como nos confirma, tanto se nota luego en competición. «Es algo que se trabaja con tiempo. Ya no es subirse y entrenar. Es estar con él. Ahí es cuando se va creando la unión», comenta.

Como anécdota nos cuenta lo que le ocurrió en un Campeonato de España. «Pasamos a saludar a los jueces y ya no se quiso mover», pone de ejemplo de la importancia de entenderse bien con el caballo.

La situación de la hípica

Le preguntamos por cómo ve desde dentro el deporte y cómo se encuentra actualmente. «Es un deporte muy minoritario y que no se da a conocer casi. Mucha gente lo practica, pero de puertas para fuera es muy desconocido», lamenta.

Uno de los principales impedimentos a que sea más popular es lo que nos apunta, y es que «es un deporte caro». En ese sentido, se echan de menos más ayudas para hacer más accesible este deporte. «Si te selecciona la federación sí te pagan ellos una parte, pero luego ya tu todo. Fuera de la federación no hay ninguna cosa, a no ser que te salga algo como un Proyecto FER o, por ejemplo en mi caso el Ayuntamiento de Burjassot», explica.

A nivel de patrocinios, también es difícil. «Aquí a nivel de sponsors podemos tener marcas de bota, ropa… pero suelen sponsorizar a gente de categoría mayor. En mi categoría de edad no suele», concluye.