De la mano de la Diputación de Valencia, en YoSoyNoticia seguimos conociendo en primera persona las diferentes actividades deportivas que son practicadas en nuestra provincia, y hablando con los protagonistas que las hacen posible. Hoy hablamos con Pascual Pérez, presidente del Milotxes Club, una asociación sin ánimo de lucro dedicada a mantener volando bien alto una de nuestras tradiciones más arraigadas y casi podríamos decir también que acendradas, ya que de entrada difícilmente puede alguien imaginar una imagen más inocente que la de un niño volando una cometa. Como decimos, «empinar el cachirulo» siempre ha gozado de gran popularidad en nuestra tierra, tradicional factoría de milochas, uno de los múltiples tipos de cometas que existen.
Y aunque hoy en día cabría pensar que la única forma de que las nuevas generaciones continúen con esta afición sería ponerles un mando de consola de videojuegos atado a sus cuerdas, el hecho cierto es que esta forma de ocio y cultura aún tiene un notable predicamento entre niños y, sobre todo, en aquellos que de algún modo están viviendo su segunda infancia, es decir, los ancianos. El viento, como el fuego, tiene algo ancestral que fascina al hombre y le impele a intentar dominarlo.
Y así como sigue siendo una afición apreciada y practicada por gente de todas las edades, el vuelo de cometas también ha sido y es más de lo que puede parecer a simple vista. En la actualidad, genera competiciones de alto nivel y grandes festivales tradicionales y populares, en particular en países como la India o China, donde masivos eventos como el de Uttarayan o Weifang suponen un claro retorno a los orígenes de esta tradición milenaria. Y es que las cometas nacieron al otro lado de la Gran Muralla China casi a la vez que ésta misma, allá por el siglo V antes de Cristo.
Cuenta la leyenda que un chino llamado Muo Di se inspiró en un halcón que volaba sin mover las alas. Le llevó tres años construir una cometa que imitara el movimiento del halcón y luego de terminada la dejó volar durante tres días. Más tarde, Lu Ban, un carpintero del reino, mejoró el material de los palos usando bambú. El resultado fue una cometa de madera en forma de águila. En la dinastía Han las cometas se usaron con fines militares como una forma de distraer al ejército enemigo, volándolas por encima de las ciudades para evitar que combatieran, y de este modo, sorprenderlos.
El viento, como el fuego, tiene algo ancestral que fascina al hombre y le impele a intentar dominarlo
También se usaron para medir distancias o pedir ayuda. Durante la celebración del Qīng Míng (fiesta para honrar a los muertos), las personas hacían cometas y escribían sobre ellas cosas funestas y de mal augurio. Cuando las cometas se perdían en el horizonte, cortaban la cuerda para que desaparecieran, como un símbolo de que las enfermedades y la mala suerte se las llevaría el viento.
En el siglo XIII d.C el explorador Marco Polo las trajo a Europa. Y en su diario de viaje describe el supuesto uso de estos objetos en el momento de zarpar un barco, con el fin de probar el viento y determinar si un inminente viaje sería bueno o no. La práctica consistía en atar desde la popa un marinero borracho a una gran cometa. El barco no estaba anclado, de manera que «iba con el viento». A continuación, se dejaba a la cometa y al marino fuera de la popa del buque y en la brisa. Si la cometa y su pasajero volaban alto y recto, era una señal de que el viaje sería bueno. En todo caso, con el paso del tiempo, la popularización de las cometas en nuestro continente fue en aumento. Y desde el siglo XVI su uso mayoritario fue el lúdico.
Y con ello llegamos a la actualidad y a nuestro invitado de hoy. Un Pascual Pérez que lleva décadas enamorado de todo lo relacionado con el arte de montar y volar cometas y que preside el club más importante de esta disciplina en nuestra comunidad y en toda España: el Milotxes Club.
Nos recibe en su propio domicilio, ya que el club carece de sede social física como tal y sus actividades siempre son, como es natural, al aire libre. Y con su hospitalidad y calidez hace que nos sintamos como en casa. Nos enseña a montar rápidamente una sencilla cometa y a continuación empezamos a conversar sobre su gran pasión y el club que con honor preside:
«Milotxes Club nació en 1995, por lo que hace poco cumplimos un cuarto de siglo. En él se reúne gente a la que le gusta todo lo relacionado con las cometas, tanto a nivel profesional como por mera diversión, y hay actividades desde para mayores nostálgicos hasta talleres para niños. Es el club más importante en España por su situación económica, potencial y convenios. Tenemos 83 socios, de los cuales hay unos 30 o 40 que son pilotos, mujeres y hombres. A nivel económico somos autosuficientes, no tenemos subvenciones ni patrocinios pero no los necesitamos. Y lo que sacamos de beneficio al hacer un festival lo reinvertimos en comprar y mejorar las cometas»
«Es el club más importante en España por su situación económica, potencial y convenios»
«Lo primero que tuvimos que hacer fue hablar con la Asociación Española de Aeronáutica, porque teníamos un conflicto con las compañías de seguros, ya que no sabíamos si las cometas eran o no aeronaves y resulta que sí lo son. De hecho a los que vuelan las cometas les llamamos pilotos. Eso ha hecho que tengamos que estar federados y cubiertos por seguros, ya que nuestra actividad encierra una serie de riesgos» , comienza a decirnos.
«Riesgos» es una palabra que de entrada no teníamos asociada mentalmente a una actividad como esta y queremos saber más al respecto, ratificando una vez más que cualquier tipo de actividad sólo revela su verdadera problemática y complejidad cuando tomas contacto directo con ella:
«Las cometas tienen hilos, lo que nosotros llamamos líneas, hay cometas gigantes con una fuerza brutal que si se descontrolan puede ser peligroso. Tenemos que vigilar que no ocurra ningún suceso imprevisto debido a algún cambio brusco de temperatura, remolinos de viento o invasión de la zona de vuelo por alguna persona no autorizada. Las cometas acrobáticas de dos o cuatro hilos tienen mucha velocidad y pueden causar problemas. Llevamos guantes anti corte y walkies para comunicarnos».
«Hay cometas gigantes con una fuerza brutal que si se descontrolan puede ser peligroso»
Respecto a los tipos de cometas existentes a un nivel técnico nos cuenta que «están las tradicionales Milochas, que sólo tienen un hilo, son mucho más manejables y son más amigables para los niños. Las llamamos cometas estáticas. Es el tipo de cometa que a todo el mundo le viene a la cabeza cuando hablamos de esto, pero en este mundo hay mucho más».
Luego tenemos las acrobáticas de dos o cuatro hilos, mucho más dinámicas y que requieren más destreza, cuando las dominas son muy divertidas. Técnicamente ya no habría más tipos. Luego ya están las gigantes y espectaculares. En China hay mucha afición por estas, pueden llevar cientos de hilos, en nuestra página web milotxesclub.com podéis ver muchos ejemplos de ellas. Con el club hemos estado en muchos festivales internacionales», continúa explicándonos Pascual.
«La milocha es el tipo de cometa que a todo el mundo le viene a la cabeza cuando hablamos de esto, pero en este mundo hay mucho más»
Hablamos del contexto internacional respecto a esta disciplina. Pascual nos detalla que «donde más afición hay es en la India, celebran festivales muy importantes y allí tienen mucha tradición de volar cometas desde niños, que por ejemplo juegan con lo que se llama cometas de combate, tienen partes afiladas y unas cortan los hilos de las otras hasta que sólo queda una y gana, es un espectáculo. China produce muchísimas cometas y como con tantas otras cosas, fabrica para todo el mundo. Las cometas llevan telas especiales, resistentes y con poco peso, así como las varillas también han de ser ligeras, para que el conjunto sea más manejable» .
«Las cometas llevan telas especiales y con poco peso, las varillas también han de ser ligeras, para que el conjunto sea más manejable»
A nivel competitivo, posiblemente el aspecto más desconocido del mundo de las cometas, nos aclara Pascual que «no hay muchos clubs, con lo cual competiciones como tal es difícil hacer. Lo que sí hay cada año en nuestro festival es un campeón de cometas acrobáticas y otro de cometas estáticas. En cometas acrobáticas se hacen una serie de figuras determinadas por los jueces, y el que mejor hace esos movimientos es el que gana. Y en estáticas lo que valoramos es la construcción y estética de la misma».
«En cometas acrobáticas se hacen una serie de figuras determinadas por los jueces, y el que mejor hace esos movimientos es el que gana»
«Federados como tal sólo llevamos dos años, yo hace diez fui secretario general de la Federación de Deportes Aéreos y entonces inscribí a las cometas como actividad y no como deporte competitivo. Pero claro, esto ha cogido ya una amplitud muy grande, ten en cuenta que en el festival que hacemos anualmente en Valencia se juntan 30 o 40 pilotos y casi 100000 personas viendo la exhibición, este año la playa del Cabanyal estaba colapsada», termina Pascual de contarnos.
En buena lógica, un aspecto clave para el desarrollo de este tipo de actividad es el viento, que por naturaleza es voluble y variable. Y es que en la vida puedes intentar controlar casi todo salvo los elementos. Respecto a esta obligada dependencia, Pascual nos dice que «claro, puedes tener una previsión meteorológica pero al final no lo sabes con certeza. Y a lo mejor quedamos en hacer un festival y ese día no hay viento, o llueve. Lo que hacemos cuando firmamos un contrato con alguna institución para realizar un evento es decir esto claro y dejar la puerta abierta a trasladarlo a una fecha posterior porque la inversión para una exhibición de estas es importante».
Aunque volar cometas sea una tradición que sigue gustando a niños y a mayores, la omnipresencia del ocio tecnológico parece haber puesto las cosas difíciles de cara a que jóvenes y adolescentes la practiquen: «Con los niños sí que disfrutamos en los talleres al ver que están un par de horas haciendo cosas manuales, montando y volando la cometa, y dejando un rato aparte el teléfono móvil. E intentamos atraer también a la gente joven pero lo tenemos muy difícil. No vamos a engañarnos, la media de edad de nuestro club está en los 50 o 60 años, cada vez que hacemos un festival luego nos cuesta cuatro días recuperarnos. Hemos llegado a volar cometas sin aire, dentro de un pabellón, pero ahí hay que correr mucho», nos dice Pascual entre risas.
«Intentamos atraer también a la gente joven pero lo tenemos muy difícil. No vamos a engañarnos»
En cuanto a qué debe hacer cualquier persona interesada en iniciarse nos comenta que «una cometa acrobática de unos 60 euros y de un metro o metro y medio de amplitud puede servir perfectamente. Solemos estar casi todos los domingos en la playa del Cabanyal o en la de Gandía, pueden acercarse a hablar con nosotros sin problemas y les enseñamos, o que nos contacten a través de la web».
Para terminar, queremos ir justo al principio, y saber cómo nació esta pasión en nuestro protagonista:
«A ver, esto es de risa, pero a casi todos nos pasa lo mismo con las cometas. Hace 30 años yo iba a la playa arrastrado por mi mujer, porque tenía que ir con ella y estar allí bajo el toldo las ocho horas que estuviéramos en la playa. Y un día vi a uno y me dije, anda… ¿Y ese qué hace volando una cometa? Total, que me puse allí con él y me compré una cometa. Luego me fui con un amigo aeromodelista a Cheste. Era un día fatal de viento para ello. Y le dije, oye tengo una cometa en el maletero… ¿Qué tal si la volamos?. Y a partir de ese momento pues esto ya es mi vida, llevo 20 años con las cometas. Ahora mi mujer ya no va a la playa, pero yo sí» (risas).
Precisamente es la esposa de Pascual quien sonriendo nos hace las fotos para este reportaje y amablemente nos ofrece una taza de café. La conversación prosigue por derroteros inesperadamente científicos como la energía eólica, la fuerza cinética, las esferas de Dyson y hasta la posibilidad de propulsar naves espaciales mediante velas solares, que al fin y al cabo no dejarían de ser una especie de cometas gigantes, fotónicas e interestelares. Y es que la tradición no está reñida necesariamente con el futurismo.
Nos marchamos con la promesa de acudir, cuando el buen tiempo permita retomar las actividades, a la próxima exhibición playera del club. Y de ese modo compartir en primera persona con los allí presentes la fascinación que aún hoy ejerce en todos nosotros la capacidad que posee el ingenio humano para poner objetos en suspensión capaces de surcar el aire y, además en este caso, impulsar nuestra imaginación.
VIDEO PROMOCIONAL MILOTXES CLUB: