¿Cuáles son esos desafíos que debe superar el deportista y cómo debe hacerles frente? El psicólogo deportivo Pedro José García, miembro de la empresa valenciana New Level, nos explica a continuación los 5 retos psicológicos que afrontan los jugadores de fútbol.

1. La evaluación continua

Tertulias radiofónicas, análisis televisivos, columnas de opinión, redes sociales… La profesión de futbolista tiene una serie de características que hacen que muchos focos se posen sobre quienes la ejercen. Cada vez que salta al campo, el jugador está expuesto ante miles de personas, ya sean aficionados, rivales o medios de comunicación, preparados para valorar todo lo que suceda dentro del terreno de juego.

Pongámonos en situación. ¿Cómo de fácil sería para cada uno de nosotros desempeñar nuestro trabajo sabiendo que cada decisión que tomamos está siendo analizada y cuestionada en tiempo real y no sólo por nuestro jefe? Todos los trabajadores son evaluados en su puesto de trabajo, pero normalmente es el producto final lo que se evalúa.

¿Cómo de fácil sería para cada uno de nosotros desempeñar nuestro trabajo sabiendo que cada decisión que tomamos está siendo analizada y cuestionada en tiempo real y no sólo por nuestro jefe?

Es decir, el trabajador, por lo general, no es observado durante todo el proceso de elaboración de su producto final y, por tanto, puede equivocarse, probar, experimentar tantas veces como quiera antes de la entrega definitiva. Sin embargo, el futbolista es evaluado ‘in situ’ durante el desarrollo mismo de su trabajo, durante el partido.

El futbolista debe estar preparado para ser foco de atención y para recibir críticas negativas y positivas. Lógicamente, lo quiera o no, esas críticas pueden llegar a tener un efecto sobre su autoestima y sobre el concepto que tiene de sí mismo.

Resulta muy difícil separar entre las diversas esferas de la vida de la persona y esto quiere decir que si el futbolista no se siente seguro, fuerte y orgulloso en su esfera profesional, esto podría llegar a afectar también a su vida personal.

Ayudarle a manejar adecuadamente las críticas y conseguir que éstas, en un ámbito concreto de su vida, no le afecten a la totalidad de la misma es uno de los retos que se pueden afrontar desde el punto de vista psicológico.

Lo quiera o no el futbolista, las críticas pueden llegar a tener un efecto sobre su autoestima y sobre el concepto que tiene de sí mismo

La base del trabajo en este sentido radica en que el jugador tenga un gran autoconocimiento de quién es, cuáles son sus cualidades y entienda que eso no cambia por uno o por cuatro malos partidos.

Es importante que el jugador no ponga su confianza en manos de nadie ni nada que no sea él mismo. Y para eso la base es realizar un gran trabajo de introspección, desarrollo personal y autoconocimiento.

2. La gestión del error

En el deporte en general y en el fútbol en particular, los aciertos y errores se suceden de manera natural. Durante un partido, un jugador tiene que tomar innumerables decisiones, como escoger el tipo de golpeo que emplea en un pase o entrar o no a un balón dividido. Muchas de ellas se producen en décimas de segundo.

Es prácticamente imposible que un jugador de fútbol entre a un campo a competir y no cometa ni un solo error. El futbolista debe mentalizarse de que va a fallar. Debe estar preparado para eso.

Para tomar una mayor conciencia de lo común que es el error resulta muy útil trabajar con estadísticas. Es muy interesante la utilización de los datos en positivo y el conocimiento por parte del jugador de sus propias cifras.

Es muy interesante la utilización de los datos en positivo y el conocimiento por parte del jugador de sus propias cifras

Si tomamos como ejemplo, de acuerdo con los datos actualizados a la jornada 31 en Primera División del portal Mediacoach, el porcentaje de acierto en el regate de un jugador como Messi es del 58%. Es decir, el crack del Barcelona, de cada 10 veces que intenta desbordar, en 6 se libra del rival y en 4 pierde el balón o se lo roban.

Esto es muy importante conocerlo para mentalizarse por anticipado de que no va a ser real en absoluto ponerse la expectativa de que cada vez que encaras a un rival te vas a ir de él. El jugador debe saber que no va  salir victorioso siempre en un uno contra uno y que, es más, por pura probabilidad, cada error le va a acercar al acierto.

El jugador debe saber que cada error le va a acercar al acierto

Dado que el acierto brilla mas que el error, en muchas ocasiones pasamos por alto las veces que hay que equivocarse antes de tener éxito. El reto está en entender el error como parte del juego (que lo es) y prepararnos para poder afrontar la siguiente oportunidad con la confianza intacta, sabiendo que cada vez estamos mas cerca del acierto.

3. Gestión emocional

A lo largo del día pasamos por muchos estados emocionales diferentes. La alegría al recibir una buena noticia o el enfado por no encontrar aparcamiento, por ejemplo. Por ello cobra especial importancia conocer estas emociones y nuestra reacción ante ellas.

En el fútbol pasa lo mismo. Tanto en entrenamientos como en partidos se dan muchas situaciones diferentes en las que las emociones toman parte y es responsabilidad del futbolista llevar a cabo una buena gestión de las mismas para que su rendimiento no se vea afectado.

Es responsabilidad del futbolista llevar a cabo una buena gestión de las emociones para que su rendimiento no se vea afectado

Haciendo referencia al punto anterior (la gestión del error), sabiendo que los errores suceden en gran número durante un partido, ¿se vería afectado el rendimiento del jugador si después de cada fallo la rabia se apoderara del deportista influyendo en cada una de sus decisiones posteriores?

Conviene entonces, además de conocer las emociones, “conocerse en las emociones” a fin de poder anticipar comportamientos que no ayuden al jugador.

En ese sentido, el trabajo con el jugador radica en educarle en inteligencia emocional para que sea capaz de saber qué y por qué está sintiéndose como se está sintiendo.

El trabajo con el jugador radica en educarle en inteligencia emocional para que sean capaces de saber qué y por qué está sintiéndose como se está sintiendo

También hay que ayudarle a preparar por anticipado las posibles respuestas con las que afrontará cada uno de los escenarios emocionales (buenos y malos) que podría llegar a vivir durante un partido. El diseño de estrategias de afrontamiento (gestión de las emociones) es un factor clave a la hora de alcanzar el máximo rendimiento.

4. Expectativas

El correcto manejo de las expectativas también forma parte de los retos que un jugador tiene que aprender a gestionar. Ya se trate de un fichaje nuevo, un canterano promocionado desde el segundo equipo o un jugador que lleve toda la vida en el club, todos van a esperar que tengan un rendimiento determinado.

¿Qué puede hacer el jugador con eso? Nada, cada cual puede esperar lo que quiera, el verdadero trabajo es que no se deje llevar por lo que los demás esperan de él.

El futbolista conoce mejor que nadie su trabajo, cómo lo lleva a cabo, lo que ha hecho y lo que no, por eso es el que más información tiene acerca de su propio rendimiento.

El futbolista conoce mejor que nadie su trabajo, es el que más información tiene sobre su propio rendimiento

Por ello es importante trabajar para que las expectativas del deportista sobre su rendimiento se adecuen y acerquen a la realidad lo máximo posible. Nunca muy por encima ni muy por debajo.

¿Por qué? Si nuestras expectativas sobre el rendimiento son elevadas, no vamos a dejar espacio al error (que, como hemos comentado anteriormente, va a suceder sí o sí). Entonces si el error sucede (que sucederá) nos va a costar más reponernos puesto que no era lo esperado y nos va a resultar difícil volver a “engancharnos” al partido.

Aquí es cuando las emociones toman partido y los pensamientos empiezan a sobrevolar por lo general atacando a nuestra propia capacidad.

Frases como “hoy no estoy fino”, “vaya partido estoy haciendo” o “no sale nada” terminan acabando con toda esperanza de volver a hacer las cosas bien.

Frases como “hoy no estoy fino”, “vaya partido estoy haciendo” o “no sale nada” terminan acabando con toda esperanza de volver a hacer las cosas bien

Si por el contrario nuestras expectativas son demasiado bajas, no esperamos tener éxito o anticipamos un mal rendimiento… ¿Vamos a estar en condiciones de alcanzar nuestro máximo rendimiento?

Es importante en este respecto ayudar al deportista a tomar conciencia sobre la forma en que se trata y habla a sí mismo. El futbolista debe aprender a valorarse, quererse y tratarse a sí mismo con compasión y respeto. Utilizando consigo mismo un lenguaje que potencie su rendimiento y no que lo limite.

5. La suplencia permanente

Para un jugador de fútbol puede ser muy frustrante entrenar a tope y al máximo de sus posibilidades todas las semanas y posteriormente descubrir que una y otra jornada no consigue hacerse un hueco en el once titular.

Es una situación muy delicada que podría llegar a desembocar en “indefensión aprendida”, término acuñado por el psicólogo estadounidense Martin Seligman.

La indefensión aprendida provoca que tras una experiencia de varios fracasos previos (intentar estar en el 11 inicial y no conseguirlo semana tras semana), la persona se sienta incapaz, sienta que no puede hacer ya nada por cambiar la situación, desista en su empeño y se entregue y deje de intentarlo con todas sus fuerzas.

Para prevenir esta situación, el deportista debe poner todo su foco en el proceso y no en el resultado. El futbolista tiene que darse cuenta de que el entrenamiento no es un medio que le permite o no jugar, sino que es un fin en sí mismo.

Debe entrenar con la filosofía de fin, entrenar por entrenar y no entrenar por demostrar que puede jugar. Debe ver cada entrenamiento como lo que es: una oportunidad de mejora y crecimiento.

El futbolista debe ver cada entrenamiento como lo que es: una oportunidad de mejora y crecimiento

Además, debe intentar no caer en el error del pensamiento absolutista de “si no juego es porque no estoy haciéndolo bien”. En ocasiones el futbolista puede estar haciéndolo perfecto, pero delante de él tiene un jugador en su misma posición que está igual de perfecto y que tiene unas cualidades que, en ese momento, se ajustan mejor a lo que precisa el entrenador. El jugador debe sentirse útil cada vez en el rol que le toque desempeñar.

El jugador debe sentirse útil cada vez en el rol que le toque desempeñar

A lo mejor no juega de titular, pero puede convertirse en ese jugador número 12 vital que ayuda a cerrar todos los partidos saliendo desde el banquillo en el minuto 70, siendo su aportación igual o más importante que la de otros compañeros que han salido de inicio.

Jugar o no jugar no depende de él, de él depende estar preparado para cuando llegue el momento. ¿Y mientras tanto qué hace? Disfrutar de cada uno de esos detalles que día tras día le convierten en una mejor versión de sí mismo.