Guillem Pujol no necesita presentación en el mundo de las aguas abiertas. Con más de una década formando parte de la élite acuática española, llega a la Copa del Mundo de Ibiza 2025 como el gran referente masculino de nuestro país. Y no solo por resultados. También por madurez, experiencia, liderazgo y una filosofía de vida que ha evolucionado con el tiempo. A sus 27 años, nuestro ‘Willy’ encarna la figura del nadador completo: disciplinado, inteligente, resiliente y comprometido con un equipo al que inspira dentro y fuera del agua.

En el idílico entorno de Santa Eulària des Riu, donde el mar Mediterráneo parece haber sido diseñado para acoger un evento de esta magnitud, Guillem busca mucho más que un buen resultado. Busca respuestas. “Con esta competición se verá si los resultados se siguen manteniendo o mejorando y si mi nuevo estilo de vida me permite seguir al máximo nivel”, confiesa.

Y es que tras los Juegos Olímpicos de Tokio, Pujol tomó una decisión vital: empezar una nueva etapa profesional como profesor de Educación Física en Mataró, compaginando su labor docente con los entrenamientos de alto nivel. “Al principio me costó un poco adaptarme al ritmo, pero ahora ya muy contento”, explica con una serenidad que refleja ese equilibrio que ha conseguido encontrar entre el deporte y la vida.

“Desconecto en el trabajo del deporte y al contrario. Parecía raro al principio, pero me está viniendo bien para evadirme de ambas cosas”.

Un reto en tres actos

Ibiza 2025 no será un paseo. El formato de competición lo deja claro: tres días consecutivos de pruebas, incluida una dura eliminatoria de 3.000 metros. “Va a ser más exigente incluso que un 5K, por la intensidad cada vez más elevada”, dice con conocimiento de causa. “Hay que competir con los rivales y espero estar lo más delante posible a nivel nacional. El nivel internacional es muy alto. Nos piden el top 10 para el Mundial, pero no será nada fácil”, cuenta en declaraciones a la Real Federación Española de Natación.

La exigencia no se limita al plano físico. Pujol insiste en la importancia del “entrenamiento invisible”, ese trabajo de recuperación, descanso y preparación mental que, según él, marcará la diferencia el último día. “Quién cuida más ese trabajo y tiene la mejor mentalidad saldrá fortalecido. Hay que levantarse cada día con más ganas”.

Liderazgo y legado

Convertido en la imagen del evento, con su rostro visible en los carteles y como figura destacada en el Clinic formativo, Guillem asume con orgullo su rol de líder. “Realmente es un orgullo para mí estar un poco liderando y a ver si puedo ayudar a los jóvenes con mi experiencia”, afirma. “Pasa el tiempo y ya son diez años con la selección absoluta. En su día ya me encontré con el Kiko Hervás entrenador, de muy buen recuerdo, y espero ser un referente para los de detrás”.

Más allá de los resultados inmediatos, Pujol piensa en el legado. “Con el tiempo podría salir un nadador de nivel top. Aunque ahora el femenino está mejor, con los grandes resultados de María y Ángela, la medalla no es algo tan descabellado”.

“Ojalá pueda ser un ejemplo. Si soy yo, mejor, y si no, un joven que haya aprendido. Me haría mucha ilusión”.

Mirando al horizonte... ¿Singapur? ¿Los Ángeles?

Singapur aparece en el horizonte como un objetivo ilusionante. Un reto que simboliza esa última marcha que quiere alcanzar. “Clasificar para Singapur sería llegar a mi último nivel y sacar un último plus. Ya se verá. Llego muy motivado y a darlo todo”.

¿Y Los Ángeles 2028? La pregunta es inevitable. “Muchos me preguntan si voy a hacer otros Juegos; no lo sé, yo te diría que no, pero tengo que ver año a año. Ahora, si llega, llegará”. Palabra de alguien que ya ha aprendido que el deporte, como la vida, también va de ciclos.

Competir en casa, en el Mediterráneo, es un factor emocional para Guillem. “Me hace especial ilusión. Además, me encanta nadar en el Mediterráneo. Y va a ayudar que es un equipo amplio con mucha gente en el agua y fuera animando”. Ibiza se convierte así en el escenario perfecto para que Pujol vuelva a conectar con la esencia del deporte que ama: la tierra, el mar, la afición y la pasión de toda una carrera condensada en tres días decisivos.

Guillem Pujol no solo es nuestro líder en aguas abiertas. Es también un símbolo de lo que significa evolucionar sin perder la esencia, de mantenerse firme cuando cambian los vientos, y de nadar, siempre, hacia adelante.