Hector Catalá: "La vida no se acaba en los Juegos Olímpicos"

"Hoy traemos a algunos, pero es un homenaje para todos, para la globalidad. Sentimos sus éxitos como propios y, como en el caso de Héctor, las desgracias también. Pero el orgullo es el mismo". Con estas palabras arrancaba el acto un Juan Miguel Gómez, director de la Fundación Trinidad Alfonso, que al igual que la semana pasada ejerció de maestro de ceremonias. Y la mezcla de firmeza y emoción en su voz denotaba que en el proyecto que preside, declaradamente dedicado a difundir la cultura del esfuerzo, son conscientes de que el único fracaso es no darlo todo así como las únicas barreras son las que se impone uno mismo.

Los nadadores José Antonio Marí y Quique Alhambra, veterano el primero y jovencísimo el segundo, nos hablaron de cómo ha beneficiado a nuestra natación paralímpica que se hayan implementado los equipos de relevos mixtos o de los años de prometedoras rivalidades que se vislumbran en el horizonte. Lucieron orgullosos sus tres bronces y mantuvieron un perfil bajo, sin que ello resto ni un ápice de mérito a sus gestas conseguidas hace tan sólo unos días en el país vecino.

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Pero el plato fuerte estaba por venir, con unos Ricardo Ten y Hector Catalá en estado de gracia verbal y anímica, que nos ofrecieron a los allí presentes reflexiones compartidas de gran enjundia y se erigieron en la viva imagen de la pasión y el regocijo por la superación y el deporte contra viento y marea en su sentido más puro. Dos "compañeros del metal", más allá de los metales:

“Gracias al Proyecto FER por no ser resultadista y traerme hoy, aporta valor a la cultura del esfuerzo, hablo casi más con Carles Baixauli que con mi padre. Ahora el alma está algo más curada, pero hace unos días sinceramente no me apetecía venir. Me siento parte de esta gran familia”, arrancaba diciendo un Catalá que vivió en sus carnes la cara más amarga de la competición. Esa en la que los imponderables, esos elementos que no puedes controlar, acaban dando al traste con tus aspiraciones. Y que pese a ello hablaba con la conciencia tranquila por el trabajo bien hecho, la última frontera de toda aquella persona que ame algo de verdad y que se precie. El impulso irreductible que te hace ser inasequible al desaliento, más allá de que todo pasa y nada queda.

“Nos llevamos un gran disgusto. Primero el problema de la cadena y luego el choque y caída, justo cuando recuperábamos y veíamos opciones de medalla. Fue un problema mecánico, le he dado muchas vueltas. Habíamos previsto cualquier contingencia, habíamos cambiado todo en la bici, todo estaba ensayado. Pero a veces hay cosas que no dependen de ti. Nos arriesgamos y al final no pudo ser. Se partió el tándem y me partí yo también, lloré en una hora más que en 30 años. Al menos el destino quiso que a unos metros estuvieran nuestras familias para arroparnos.

Para recomponerse hace falta tiempo y entrenar. La plata de Tokio se atenuó rápido y esto también lo hará. La mejor medicina es entrenar y la vida no se acaba en los JJOO. Tengo el Campeonato de España aquí en Valencia el sábado y luego el europeo. La mejor cura es bajarme a las 6 de la mañana y pegarme fuego en la cinta”, continuó el triatleta.

"Se partió el tándem y me partí yo también, lloré en una hora más que en 30 años. Para recomponerse hace falta tiempo y entrenar. La plata de Tokio se atenuó rápido y esto también lo hará. La vida no se acaba en los JJOO"

Ricardo Ten, tras cinco juegos olímpicos como nadador y dos como ciclista, empatiza inmediatamente y se abre en canal: "Me siento también parte de la familia. Comprendo mucho a Héctor, nos volvemos muy meticulosos para tener todo bajo control pero no siempre se puede. Me acuerdo de Tokio 2021, estaba mejor de forma que ahora… y me dio un golpe de calor siendo tercero. Esta vez, toda esa serie de circunstancias que escapan a nuestro control sí han remado a favor. A veces crees que ya no volverás a saborear un podio y vas y lo consigues de nuevo. Hice la primera medalla para España con lo que eso supone de empujón anímico y mediático.

Cualquier deportista sueña con transformar su sangre, sudor y lágrimas en un metal y a veces las cosas salen y a veces no, al margen del esfuerzo, que siempre ha de estar ahí y con eso te quedas. El ciclismo me ha dado más visibilidad y contacto con el público pero la natación me enseñó a tener la necesaria fortaleza mental, todo te enseña de un modo u otro", dice el ya ganador de nada menos que 11 medallas paralímpicas, cuyas tres últimas (oro, playa y bronce, un auténtico hat trick de aleaciones) exhibe para nosotros.

Aunque con la experiencia de los años ha aprendido a relativizar éxito y fracaso: "Más que con las 11 medallas, me quedo con los momentos que te hacen crecer y seguir apretando, te enseñan más y te empujan a seguir luchando por volver a sentir esas emociones”, declara.

"Comprendo mucho a Héctor, nos volvemos muy meticulosos para tener todo bajo control pero no siempre se puede. Me acuerdo de Tokio 2021, estaba mejor de forma que ahora… y me dio un golpe de calor siendo tercero"

Hector Catalá vuelve a hablarnos de lo que le pasó en París. Ya no rumía continuamente por el stress post-traumático pero lo ha pasado mal: “He intentado no pensar en eso. Lo que llevo clavado no es una espina, es una espada. Voy poco a poco. Pero lo que ha dicho Ricardo sobre lo que le pasó en Tokio me viene bien. Me sirve de inspiración, me hace relativizar las cosas. Y pienso… ¿Por qué no volverlo a intentar en Los Ángeles 2028?. No hay que tomar decisiones en caliente ni en los momentos de subidón o bajón. Pero la verdad es que no entiendo la vida sin el deporte.

A París llegué en el mejor estado de forma que he tenido nunca, ha sido un ciclo muy duro que me ha puesto al límite, entre cosas deportivas y personales a las que he tenido que sobreponerme para conseguir estar. He aprendido que todo eso se puede convertir en gasolina. Y me gustaría poder seguir usándolo para demostrarme a mí mismo que en 2028 sí puedo conseguirlo. Es muy duro prepararte tantos años para una prueba y que luego las cosas no salgan. Los deportistas a veces somos un poco egoístas pero no hay otra forma, esto no se puede hacer sin apoyo", continúa.

"Lo que llevo clavado no es una espina, es una espada. A París llegué en el mejor estado de forma que he tenido nunca, Es muy duro prepararte tantos años para una prueba y que luego las cosas no salgan.  Pero he aprendido que todo eso se puede convertir en gasolina"

Ricardo Ten asiente y apostilla: “La clave es conservar la ambición y el hambre, si eso disminuye los resultados se resienten. Llega un momento en que tras tanto hacer lo mismo, mantener viva esa llama es esencial. El deporte me lo ha dado todo, tanto que dejarlo seguro que me provocaría alguna enfermedad. Así que algún día renunciaré a la competición pero jamás a seguir disfrutando del deporte.

La edad no es problema, estoy estirando el chicle (risas). Con estos éxitos aún no estoy preparado para decir adiós. Ha sido una temporada increíble, tanto en el Campeonato del Mundo como en los JJOO. El ciclismo paralímpico ha crecido mucho, ahora compartimos escenarios con los ciclistas convencionales. Es alucinante poder correr en el mismo sitio que gente a la que llevas años admirando y viendo por televisión. Voy a disfrutarlo al máximo. París ha sido especial, desde Atlanta 96 el deporte paralímpico ha evolucionado muchísimo, la sociedad, los medios y la fundación han trabajado enormemente. La visibilidad del deporte a todos los niveles es esencial para la sociedad.

Le doy las gracias también a mi club, el Paracycling Hyundai Koryo Car, que este año por desgracia desaparece. Hemos estado dos ciclos olímpicos juntos y ha sido increíble, pero al final esto va por ciclos y ya sabemos lo complicado que es mantener un equipo de estas características, así que no va a poder continuar. Estoy barajando opciones, aún no sé como será el año que viene. Somos adictos al deporte, le recomiendo a Héctor que aguante, es el mejor antidepresivo del mundo. Al final… somos extraordinariamente normales. La discapacidad ha de ser un adjetivo, no una marca ni un estigma que te definan”.

Nadie le pregunta ya sobre el accidente que le dejó sin brazos, es un icono conocido para todos, un referente incontestable de la Comunidad Valenciana: “¿Que si pienso que soy el mejor deportista paralímpico de la historia en Valencia?. Bueno, eso es halagador pero gente como Pilar Javaloyas o David Casinos han sido enormes y no han tenido la oportunidad de vivir esto en su estado actual”, afirma Ricardo.

"Somos adictos al deporte, le recomiendo a Héctor que aguante, es el mejor antidepresivo del mundo. Al final… somos extraordinariamente normales. La discapacidad ha de ser un adjetivo, no una marca ni un estigma que te definan. Y la visibilidad del deporte a todos los niveles es esencial para la sociedad"

La conversación pasa a gravitar sobre cuestiones menos solemnes, porque tras la tempestad siempre llega la calma y una buena actitud ante la adversidad siempre aporta luz. Hector Catalá pasa a hablarnos en un tono más distendido sobre el futuro más inmediato;

"La caída ha tenido consecuencias más allá de lo emocional, rompimos el tándem, que no quiero pensar lo que va a costar la broma. Y además Carlos tiene 5 edemas en el pie, que eso te lo convalidan por una fractura. Así que no llega a Valencia, no sabemos si a Vichy. Con lo que necesitando un tándem y un guía tiramos de compañerismo y ya que José Luis García Serrano “Jota”, mi compañero de selección y gran amigo no va a competir, le pedí los suyos. Así que sí, en Valencia competiré con Diego Méntrida. Tiene un gran nivel y me da plenas garantías de ser competitivo. ¡Y además es amigo de Will Smith! (risas)".

Méntrida se hizo popular cuando en 2020 y durante el Triatlón Ciudad de Santander, prefirió dejar pasar a James Teagle justo antes de la línea de meta, ya que el británico había ido en cabeza buena parte de la prueba y se había equivocado en la última curva del circuito de carrera a pie debido a una mala señalización. El gesto le valió además un premio honorífico de la ONU y la declarada admiración del conocido actor en redes sociales, hasta el punto que acabaron realizando algún directo juntos y estableciendo cierta relación.

Para terminar, Ricardo Ten deshoja la margarita y juega al despiste respecto a una pregunta que flota en el ambiente aunque nadie la quiera formular abiertamente: “¿Los Ángeles 2028?. Os voy a dar una exclusiva… aún no lo sé. Ver las olimpiadas de Los Ángeles 1984 por la tele me impactó y me motivó. Yo hasta entonces no sabía del deporte paralímpico y eso me cambió la vida. En 2028 harían 44 años desde aquello. Sería una bonita manera de cerrar el círculo, en la ciudad que me inspiró. Veremos si me llega la maquinaria para eso. Es pronto para hablar, pero no lo descarto… incluso quizá cambiarme otra vez de deporte (risas)”, concluye la leyenda valenciana del paralimpismo.

"En 2028 harían 44 años desde Los Ángeles 2028. Sería una bonita manera de cerrar el círculo, en la ciudad que me inspiró. Veremos si me llega la maquinaria para eso. Es pronto para hablar, pero no lo descarto"

Ahora sí, un ciclo olímpico ha concluido. Y arranca otro. Porque la existencia misma no es más que una sucesión de fases, una colección de etapas, un avanzar a la vez de un eterno retorno. Y mientras la llama siga encendida es tu elección cómo vas a canalizar esas ganas de vivir, de crear, de competir. Miles Davis dijo una vez que "la música es un fuego que sale del estómago, así que mejor poner un instrumento a su salida". O una bicicleta. O un teclado. Pero sigue avivándola, porque si se apaga en tí, de algún modo se apaga en todas partes.